Sinaloa se encuentra en una guerra interna donde se sabe cómo empezó pero no cómo ni cuándo terminará. El Cártel del Pacífico -que también se le conoce como Cártel de Sinaloa- está en una redefinición de sus liderazgos ante el hartazgo de los viejos jefes con los jóvenes hijos de Joaquín El Chapo Guzmán por su protagonismo y el uso de redes sociales, influencers y youtubers como parte de su estructura.
La información de la fractura en esa organización criminal es la razón aparente por la que el presidente Andrés Manuel López Obrador, sin dar detalles de lo que estaba sucediendo en aquél estado, dijo el lunes que se trataba de una confrontación entre bandas criminales.
La forma pública con la que se manejan los chapitos ha sido motivo de desacuerdos desde hace tiempo con los líderes más experimentados, porque su exposición, junto con sus métodos violentos, han obligado al gobierno de López Obrador a actuar y a desplazar fuerzas federales. Desde el otoño del año pasado, ante la presión de Estados Unidos por el tráfico de fentanilo, envió a la Marina con el mensaje implícito a los chapitos, principales traficantes de esa droga, que debían abandonar esa rama del negocio. Junto con el Ejército empezaron a desmantelar los laboratorios de fentanilo de ese grupo, que los empezaron a trasladar a San Luis Río Colorado, Sonora, y a Mexicali, Baja California.
No obstante, la exposición pública no cesó, por lo que los mensajes de desaprobación, ante el sobrecalentamiento en el noroeste del país, se volvieron violentos. Dos avisos el 19 de marzo fueron el prólogo de lo que se vivió los días subsecuentes.
Ese martes fue asesinado Samuel Ibarra Peralta, uno de los principales operadores de los chapitos, que era responsable de Mexicali y recientemente le habían encargado la plaza de San Luis Río Colorado. El Pía, como lo apodaban, fue ejecutado junto con su escolta de seis personas en la carretera entre Puerto Peñasco y San Luis Río Colorado. Ese mismo día en Culiacán, fueron balaceados el cantante de corridos tumbados El Padrinito Toys, Samuel Ibarra Aispuru -no se conoce algún parentezco con El Pía-, y su padre. Ibarra Aispuru es influencer e integrante del grupo Los Toys, cuyo jefe es el youtubero Marcos Castro, Markitos Toys, a quien se le ha señalado como lavador de dinero de Néstor Isidro Pérez, El Nini, el jefe de seguridad de los chapitos, detenido noviembre pasado.
La respuesta de los chapitos vino dos días después, el 21 de marzo. En la madrugada de ese jueves, sicarios de los hijos del Chapo Guzmán entraron a Badiraguato, territorio de Aureliano Guzmán Loaera, apodado El Guano, y puerta de entrada a la sierra, que es su santuario desde donde opera el trasiego de drogas por Sonora, donde se enfrentaron con sus escudos de protección y más adelante con militares.
El Guano, como Ismael El Mayo Zambada, jefe máximo del Cártel del Pacífico, operan con una enorme discresión, evitando sobrecalientamiento de sus territorios y del negocio criminal, a diferencia de los chapitos, quienes posiblemente estimulados por sus utilidades por el fentanilo, han estado buscando la expansión. En esta lógica, no fue extraña su reacción para ir por El Guano a la zona de Badiraguato, donde nació su padre y vivía su abuela. En esa incursión mataron a sicarios que trabajaban para Iván Archibaldo Guzmán, el hijo de El Chapo que encabeza esa facción del cártel. Lo que siguió fue una reacción en cadena.
El viernes 22 se realizó un operativo de otras facciones del Cártel del Pacífico contra familias en la zona metropolitana de Culiacán, donde secuestraron a más de 60 personas, incluidas mujeres y menores, muchas de los cuales fueron puestas en libertad el fin de semana. Todos los secuestros ocurrieron en las zonas rurales y pobres de Culiacán, en un operativo que empezó a las cuatro de la mañana y terminó siete horas después.
No fue una acción dirigida para eliminar a líderes. Fue estratégica. De esas colonias salieron las camionetas y las legiones de sicarios que el 17 de octubre de 2019 acudieron al rescate de Ovidio Guzmán López, hijo de El Chapo Guzmán, que había sido detenido con fines de extradición a Estados Unidos. Las milicias de los chapitos doblegaron a las fuerzas federales y motivaron que el presidente López Obrador, en violación de la Constitución, ordenara personalmente su liberación.
El operativo del Cártel contra una de sus facciones, el brazo armado de los chapitos, y la razón de la hora de su inicio coincidió con el comienzo del cambio de guardia criminal. Y por la información pública, los halcones de los chapitos en Culiacán no vieron venir el ataque, presumiblemente porque quienes lo ejecutaron no se movilizaron desde Culiacán y sus alrededores, sino de afuera de la zona metropolitana, cuya complejidad logística para esa acción que los tomó por sorpresa, habla de la organización para darles un golpe quirúrgico que subrayara que difícilmente hay punto de retorno.
Los chapitos son los únicos líderes dentro del Cártel del Pacífico que siguen viviendo en Culiacán y sus alrededores, con una estructura de seguridad que mostró su vulnerabilidad en estos últimos días. No se sabe si permanecerán en Culiacán o se mudarán a Sonora, como lo hicieron con su producción de fentanilo. Lo que sí se sabe es que autoridades y criminales están en la misma lógica de desmantelarlos y anularlos, los primeros, y eliminarlos los segundos.
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Fuente: Grupo Es Noticia