Columna de Opinión de Alan Sayago Ramírez
Cada día se comparten miles de contenidos en Internet. Ya sea noticias relevantes o no, el cerebro se ‘atiborra’ de información que es procedente de diversas páginas web, blogs, canales de noticias, redes sociales etc. La gran mayoría de notas pasan desapercibidas, existen algunas que destacan entre la multitud, el contenido que se vuelve viral.
Una noticia que se viraliza, por algún motivo, permanece en la conciencia pública durante días, semanas e incluso meses. Eso sucedió con un video que le dio la vuelta a México, donde muchos interpretaron una luz verde para hacer justicia por mano propia. Esto provocado por varios años de convivir en un entorno de inseguridad, donde los diferentes delitos van en aumento, la impunidad, la lentitud judicial, la falta de denuncia por parte de las víctimas, está dando como resultados que algunos ciudadanos castiguen a los delincuentes por su propia mano.
Eso sucedió con una combi de la ruta 83, donde varios usuarios de una unidad de transporte público que circulaba sobre la carretera federal México-Texcoco, golpearon a un hombre que pretendía despojarlos de sus pertenencias. La cámara instalada en el vehículo captó cuando dos hombres jóvenes le hicieron la parada al conductor, uno de ellos entro diciendo: “¡A ver hijos de su puta madre ya se la saben!” El chofer aceleró y su compañero no alcanzo a subir. El ladrón intenta bajar de la combi, pero es capturado y golpeado por los pasajeros, tras varios minutos de tunda inmisericorde, el individuo, desnudo e inconsciente, es arrojado del vehículo.
La escena parece casi de película y ha capturado la atención del país, el video que se hizo viral provocó la sensación de bienestar y ha saciado por unas horas el hambre de justicia de los connacionales quienes han celebrado el suceso inmortalizándolo en memes. Esto desato la publicación de otros incidentes similares para desahogo de una población afectada por la inseguridad, la pandemia y la caída económica, las tres a un mismo tiempo.
El tema del ladrón en la combi debe tratarse con seriedad, debido que proviene del hartazgo ante la delincuencia y la inseguridad, la enorme desconfianza que prevalece en la policía y el sistema de justicia, aspectos que vienen desde antes de la pandemia.
La aplicación de justicia por propia mano puede acabar mal de mil maneras distintas, el gran ejemplo es el primer linchamiento en México ocurrido el 16 de septiembre de 1897, donde asesinaron al C. Arnulfo Arroyo. Lamentablemente con el regreso a la nueva normalidad han aumentado los robos a transporte público y transeúnte en el Edomex, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) 2019, durante 2018 se cometieron 9.4 millones de robos o asaltos en la calle o en el transporte público.
Esta cifra representa una tasa de 10 mil 775 robos por cada 100 mil habitantes, lo cual es preocupante si se toma en cuenta que el transporte público mueve a 72 de cada cien personas por todo México, según una encuesta de Gabinete de Comunicación Estratégica.
El evento de la combi solo expuso la deformación de nuestra convivencia colectiva, si bien el artículo 17 de la Constitución prohíbe ejercer la justicia de mano propia; entonces, cómo es que han surgido tantos “justicieros anónimos”. Si nuestras autoridades no ponen remedio, y eso solo sucederá cuando detengan a los probables “justicieros anónimos”, llegaremos muy fácilmente a la ” ley de sangre “.
Lamentablemente sólo 1% de los delitos en México son castigados, según el Índice de Impunidad para México, el hartazgo de usuarios ha ocasionado que decidan actuar contra ellos, en lo que es una virtual adopción de la ley de sangre. Se debe entender que la línea entre ese castigo y el linchamiento es demasiado fina y en muchas ocasiones se cruza con peores consecuencias para la sociedad que la sensación de justicia que provoca al inicio.
Los hechos como el de la combi se van a seguir multiplicando mientras el Estado no cumpla con su responsabilidad, algo nos debe de quedar claro: mientras no haya justicia, se van a seguir viendo los actos de furia y venganza, debido que es natural reclamar justicia. Lo que no es normal es querer volver a sistemas de justicia primitivos y nefastos para la sociedad. Sería bueno que quienes reclaman justicia por propia mano leyeran “abril quebrado” para que constaten con crudeza que la venganza no es sinónimo de justicia y que, antes bien, abre la puerta para que se generen más resentimientos, más inseguridad y más caos: un círculo vicioso de violencias en las que nunca gana nadie.
Alan Sayago Ramírez
Activista Social, licenciado en Derecho, y Maestro en política y gestión pública.
Redes Sociales: @alansayagor
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